Ir al contenido principal

Delirio de grandeza


El tradicional Carnaval de Invierno en Punta Arenas tiene su gracia, como todo carnaval, cumple con el objetivo social de hacer realidad nuestros sueños y delirios;  por un fin de semana uno puede ser un superhéroe o un monstruo, un personaje de la historia, de comic o un ser mitológico,  de una serie televisiva o de película famosa, tanto un rey, como un caballero, bufón, paje o villano. El día lunes se debe volver a la cotidianidad de siempre, pero conviviendo en paz consigo mismo con la inquietud de qué personaje se interpretará el próximo año 


Mi primera experiencia con la invernal adrenalina carnavalera la tuve el año dos mil, en la institución que trabajaba participaron con un carro alegórico, pero a dos cuadras de pasar por el escenario principal del Palacio Montes, se nos acabó la bencina del generador y con ello se apagaron las luces y la música del modesto carro, que simulaba una ballena que llevaba dentro suyo a Jonás o a Pinocho, tuve que correr a comprar gasolina a la estación más cercana abriéndome paso entre la multitud, pero cuando llegué con el combustible nuestro carro ya había culminado su trayecto, nadie reclamó, igual lo disfrutamos y, a todos, hasta que se nos acabara la bencina nos resultó gracioso.



En mi familia, mi señora es la más entusiasta, este año fue la segunda vez que participa lo hizo en el carro alegórico “Juego de Tronos” de la agrupación de pacientes y amigos del hospital siquiátrico.



Si bien no  participé, saqué fotos y como cualquiera lo haría en mi lugar, no resistí la tentación de sacarme una fotografía en el “Trono de los siete reinos”, al lado del dragón y con espada en mano incluida, fue, en mi caso particular, la ocasión para satisfacer mi delirio de grandeza.

Tras divulgar la foto entre conocidos varios me siguieron el juego, Carlos, por ejemplo, me señaló: "excelente investidura"; Javiera, me sugirió que me quedará con el trono de los 7 reinos, le contesté que haría el intento, aun cuando prefería uno con el 8 invertido porque es infinito.

Pero fue el sabio consejo de Pablo Munizaga, el que más me impactó “estimado,  no sé si sea prudente sentarse en ese asiento. Le tengo aprecio, mejor una banca en la  plaza de Natales”, dijo.


Al término del Carnaval pasé por Bus Fernández y compré  pasaje para el día siguiente, después le envié un email a la jefa, solicitando dos días de permiso administrativo por tener que realizar trámites urgentes e impostergables en Natales.




Comentarios

Publicar un comentario