Se instaló con fuerza la preocupación por el medio
ambiente en el país, no solo porque Chile será sede de la COP25 sobre el cambio climático, también la encuesta del
Instituto Nacional de Derechos Humanos consignó que para la población el
derecho a vivir en un medio libre de contaminación, es un derecho humano fundamental. En Magallanes el Rey de Noruega fue recibido con protestas por la contaminación
que provocaría una empresa salmonera de esa nacionalidad que iniciaría faenas en el Canal Beagle.
Fue a mediados de los ochenta y principios de los 90 que
la temática ambiental tomó fuerza, solo por nombrar un caso en Magallanes impactó
la constatación del cambio climático y el agujero de la capa de Ozono, atrás quedaban
entonces esos paseos a Laguna Sofía o la
Cueva Milodón en que junto al cordero
para la parrillada, la garrafa, los kilos de papa y pan, entre los aperos de
camping se llevaban hachas y sogas para voltear arboles con que alimentar las
gigantescas fogatas, después que se supo lo del Ozono a uno le daba vergüenza hasta
tirar una modesta ramita de coirón al fuego.
Se cuenta que por esos años en el
marco de una semana mechona, un profesor universitario en un acto de protesta
quemó una bandera japonesa como rechazo a una chipera de tal nacionalidad que se instalaría en Magallanes,
la acción más que generar adhesión produjo rechazo porque los mechones estaban
impacientes esperando la vedetton.
Fue también por
esos días que me topé con una ambientalista indómita, a quien le arrendaba una
pieza, luego que tuviera que abandonar el hogar que había construido con mi ex
mujer porque otro llegaba a ocupar mi
lugar.
La dama era agradable, tan amante de la naturaleza que para no contaminar con químicos de los detergentes el medioambiente, aunque
tenía en su casa muchas piezas y camas ella prefería dormir dentro de un saco de dormir en un
sofá del living comedor.
Le tomé cariño, me aconsejaba que no fumara y
menos hacerlo en la casa, le decía que si bien había dejado varios placeres al menos me quedaba el pucho, que por
favor lo tolerara y trataría de no fumar en la casa
Pero yo tenía
otro placer me daba largas duchas con agua
muy caliente, porque necesitaba limpiar mi cabeza, más que de piñén de los pensamientos
que me atormentaban, fantaseaba con que sacaba la tapa de mis sesos y con la ducha teléfono
los lavaba, por supuesto que no lo lograba, lo único que conseguí fue una
incipiente calvicie, se me caía el cabello, al igual como cuando a los cerdos recién faenados
le tiran agua hirviendo para sacarle los
pelos.
Había días que
tomaba once con la dueña de la pensión y me contaba sus historias
extraordinarias, era del MAPU y para un 11 de septiembre se le ocurrió izar un calzón verde en
el mástil central de la plazoleta vecinal; otra vez postuló para un puesto en
una rama de las Fuerzas Armadas y en su currículo puso que además de su
profesión tenia cursos en brujería y magia negra.
Pero comencé a
notar algo raro cuando la vi barrer la nieve del patio a pata pelada porque decía
que le ayudaba a las varices, o que luego de tomar té se refregara con la misma bolsita
de té aún húmeda el rostro para mejorar el cutis, y aunque fingí reír, me asusté
cuando me dijo que de vez en cuando un ovni se posaba en su patio, que no era
para nada una cancha de fútbol, más bien de rayuela.
El caso es que
no duré mucho en esa pensión, un día, imagino que al
percibir que el olor a tabaco no dejaba de
salir bajo la puerta de mi habitación, me dijo que había roto la bolsa plástica
del pan en lugar de desatar el nudo, y que eso era muy contaminante y peligroso
porque lo podíamos respirar.
Le contesté que
sea franca y que si tenía problemas porque fumaba, que me lo dijera, pero que me dejara en paz porque sí, era
verdad que fumaba, pero aparte de hacerme daño creía que no le hacía ningún
daño a los demás, le pagaba oportunamente y quería que por favor me respetara,
además que tarde mal y nunca llegaba a
dormir a esa casa.
Sobre la bolsa del
pan le dije que si tanto le preocupaba el medio ambiente, en su cocina tenía
arrumbados cubiertos, tazas, platos y ollas sucias que aunque yo no las usé, igual
las lavé porque ella no se inmutaba y ya en esa cocina no se podía estar.
Al otro día me pidió, muy cortés, la pieza con la excusa de que vendría una pariente a visitarla, pero debió pensar que un ser toxico y cruel como yo nunca se iba a recuperar.
Como mi ex mujer
se había ido de mi antigua casa en la Población Fitz Roy, y aún tenía algunas cosas
mías, en lugar de entregar la propiedad la volví a arrendar, porque desde sus ventanas se
veía el mar, pero como la casa era muy grande para una persona sola subarrendé
piezas a tres universitarios, cabros buenas personas, pero más buenos para el carrete,
cuando llegaba del trabajo los vecinos me reclamaban el boche de la noche
anterior, las jaranas debían ser cosa seria porque una vez sacaron de cuajo el lavamanos; pero por ese tiempo mi ánimo estaba
mal, todo me daba igual y no iba a ponerme reclamar, así que ya sea cada mañana
o noche según el turno que en el hospital me tocaba, cuando llegaba a casa no
hacía más que ponerme a limpiar, no tenía caso ponerse a llorar.
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