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La sonrisa de Andrés

Andrés Reyes estuvo en casa su amplia y limpia sonrisa inundó el hogar, más de 20 años que no lo veía, nos une esa fraternidad de vivir los años 80 en la Universidad de La Frontera.
Por trabajo pasó un par de días en Punta Arenas y llamó para saludarme, no fue sorpresa, por cierto, me acordé el fin de semana de él cuando me avisaron que en Osorno había fallecido su madre.
Lo fui a buscar a su hostal, luce una barba grisácea, lo noté un poco cansado, pero no de la vida, sigue con el ánimo jovial, sino porque lo que era su envidiable y cultivada contextura física deportiva, sucumbió ante los kilos de más.
Estuvimos hasta las 3 de la madrugada conversando, lo que hoy en mí, ¡quién lo diría! es un desarreglo total, ya que si por mi fuera me acostaría con las gallinas y ya ni puedo ver partidos de fútbol, la NBA o combates de boxeo, a media hora de series o películas me pongo a roncar y me mandan a acostar.
Pero la amena conversación con Andrés fue diferente, no bostecé ni un momento, aunque más que diálogo fue monólogo, con Yislén, mi esposa, lo escuchamos.
Contó historias, teorizó sobre el trabajo social, bromeó y como un evangelista jesuita teologizó; a diferencia de otras veces no realizó trucos de magia, ni tocó guitarra, pero si algunas imitaciones entre estas un clásico, la del Obispo Sergio Contreras, su amigo que hace unos meses falleció, pero sobre todo sonrió, de manera franca no para ocultar el dolor porque hacía unos cuantos días murió su madre.
Si acaso Jesús sonreía, su sonrisa debe haber sido sincera como la de él, aunque yo creo que Andrés preferiría tener la del teólogo de la Liberación chileno Ronaldo Muñoz, más aún si nos contó que integró la delegación chilena que estuvo en Brasil en un encuentro de conmemoración de la Teología de la Liberación, allí se les acercó el brasileño Leonardo Boff y dijo “¿Ustedes son chilenos? yo escribo y escribo bien –sobre Teología de la Liberación- pero Rolando la vivía”.
Andrés, a pesar de haber vivido la pobreza dura de los campamentos, soportar con 14 años el alcoholismo y suicidio de su padre, como hermano mayor pasar a ser la figura paterna y optar siendo  adulto por trabajar con los más desposeídos ya sea en el Hogar de Cristo o en el Sename, es  una persona ajena a todo resentimiento
De seguro el último gesto de violencia física que cometió fue cuando  en el campamento de los boxeadores en Osorno donde vivía, por esa curiosidad infantil de experimentar cómo se sentían se calzó los guantes de box, justo llegó un muchacho, el crédito boxeril del Rahue y los pusieron a pelear, Andrés solo se defendió hasta que sin pensarlo, casi de manera natural más que como ataque, como defensa lanzó un jab que impactó de lleno en el rostro de su oponente y lo noqueó, el chico derrotado se llamaba Martín Vargas.
Cuando llegó el padre de Andrés, los vecinos le pedían que su hijo con soberana pegada se dedicara al box, su padre se negó llevó a Andrés hasta la mediagua en que habitaban y sin contemplaciones con un alambre con que hacían somieres lo castigó; tiempo después un tío que supo de la pelea le dijo que quizás poseía la pegada, porque su pariente lejano era el Tani Loayza.
Tal vez de siempre o desde el día que a Martín noqueó o mucho antes de ingresar becado al Colegio Jesuita San Mateo de Osorno,  Andrés tomó como opción de vida la no violencia, la que se volvió activa cuando siendo estudiante de Servicio Social en la Universidad de la Frontera en plena dictadura militar, ingresó a la IC.
Pero como hasta Jesús tuvo su momento de furia  cuando expulsó a los fariseos del templo, Andrés, como no es que fuera santo, tuvo en cierto modo el suyo también, no fue en contra mía por cierto, que bien merecido lo tenía, porque después de yo estar toda la noche tomando en la cantina del “Moíse” al lado del  Hogar Estudiantil Carrera, donde él residía, me volvía casi un demonio que pasaba curado a molestarlo.
Sino que fue para el Temucazo, como se conoce a las jornadas de protestas sociales la semana que Pinochet visitó Temuco; Andrés y un compañero se consiguieron chapitas de Avanzada Nacional y se infiltraron entre los participantes que en la plaza de Temuco vitoreaban al tirano. Con esa transparente sonrisa suya se ofreció a sostener un cartel de “Bienvenido Presidente”, con el fin de que quienes lo sostenían descansaran los brazos, una vez que lo tuvieron en sus manos en un descuido arrancaron y lo colgaron en el hogar estudiantil  y rayaron con la frase “Fuera el dictador”.
Como Andrés es un tipo bueno del que Lira Massi, si lo hubiese conocido, también diría "más bueno que el pan”, nunca nos comentó si por  engañar  para hurtar el cartel se confesó.
Otra vez fue detenido junto al “Palomo” y tras sufrir el apaleo de los pacos, un teniente le pregunta donde vivía, por motivos de seguridad el Obispo Contreras a él y otros dirigentes les había dado cobijo, aunque se negaba a decirlo contestó “donde el Obispo”, allí los soltaron, pero no salió corriendo sino que en cámara lenta “es que sentía tanta seguridad, de que nada podía pasarme, qué podían hacer ¿matarme?”, comenta.
Antes de que nos despidamos nos habló del milenarismo evangélico, de la intelectualidad y timidez de Ratzinger, del esfuerzo de Francisco I por limpiar la Iglesia, de  la genuinidad poco presente en los curas y de que aspiraba que sus cuatro hijos hagan el mundo un poco mejor del que encontraron.
Lo fuimos a dejar a su hostal,  Yislen le dijo que fue ella la que me convenció para que fuera a buscarlo, me excusé con que descubrí que soy  un ser antisocial y por suerte nunca terminé  la carrera trabajo social.
Como practica el sincretismo religioso no se despidió con un “Dios los acompañe”, sino que “muchos newen para ustedes” y nos dio uno de sus conocidos abrazos, fuertes, fraternos, solidarios empapados de  su humanidad.
Al volver a casa Yislén comenta que fue como recibir el genuino abrazo de un Milodón, esos osos que ya no existen.

Comentarios

  1. Ver a un amigo después de un largo tiempo es de esas bondades de las que poca te da la vida... y tener la oportunidad de disfrutar una buena charla con éste tanto mejor... espero que no haya comido como un milodón! 😁😁

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  2. Andresito Reyes... un grandisimo pequeño ser humano... siempre saludaba con hola hermano o hermanito... conozco su sonrisa ... la del hombre bueno... la nostalgia del Cautin o la melancolía de los aromas del Ñielol, don Hector??

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  3. Soy la hija de este hombre y puedo decir que es bueno de adentro, como se dice. Me encantó como este extracto resumió de una forma hermosa, a través de una conversación, me imagino, muy enriquecedora, algunas de las historias de vida de mi papá, que ya hemos oído en cenas familiares, o en otras situaciones más íntimas, que hacen que se arme el rompecabezas, a veces sin sentido para muchas personas del sentido que para él tiene la vida, y me hace repensar mi propio sentido de vida, repensar en las enseñanzas de mi abuela, hace poco fallecida, y en lo que debió ser mi abuelo, que nunca conocí. Te amo papi.

    (Coneja-)

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  4. A Andrés Reyes no le conocía hasta este relato de Héctor. Felicitaciones por la amistad que tienen. Ambos saben qué es la amistad y la bondad.

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