La mentira política es un arte, lo dice Jonathan Swift en
un libro suyo de dudosa autoría, pero aunque uno no se dedique a la política
todos solemos cultivarla, tanto para ocultar una omisión, un error o para
evitar represalias.
Aprendemos desde nuestra
infancia que un llanto desconsolado hará que nos tomen en brazos y acurruquen, porque
para que una mentira rinda frutos debe ser creíble, verosímil.
Luego
que el ex general de Carabineros Mauro Victoriano dijera que informó desde un primer momento al Ministro Chadwick que Camilo Catrillanca estaba desarmado el día que fue
asesinado por funcionarios del Gope al interior de la comunidad Temucuicui de Ercilla, el Ministro
Chadwick, como si fuese asesorado por el profesor Smith, el mismo de la Operación
Huracán, sostuvo que “tuve una (conversación) con el general Victoriano que estaba en el sector y
lamentablemente había muy mala comunicación, interferencia”.
Dicho acto de franqueza del Ministro, puso el acento en el aislamiento
en que se encuentran las comunidades mapuches, porque si bien la Carretera 5 Sur es expedita, no sería así la de la información, pero resultó
poco creíble para la opinión pública.
Jugó en contra del jefe de la cartera de Interior la penetración
en Chile de la telefonía móvil y lo efectiva que son las agresivas campañas
publicitarias de las empresas que, tanto por medios de comunicación tradicionales como redes sociales, bombardean asegurando
tener cobertura en todo el país. Un estudio dado a conocer esta semana por Publimetro sobre Calidad de red móvil arrojó que más del 97% de llamadas a equipos móviles en Ercilla son terminadas con éxito
¿Por qué, entonces, el Ministro Chadwick, un político de fuste usó tal argumento? ¿habrá influido en ello la caída que sufrió hace un mes en palacio que le fracturó su hábil muñeca derecha? sólo él tiene la respuesta.
El caso es que Chadwick olvidó la regla principal: toda mentira
debe ser verosímil, porque en lugar de culpar
a la mala señal podría haber dicho la situación que pasaba Carabineros,
sumado a que los atentados no cesaban en
La Araucanía, la oposición obstruccionista y la caída de la aprobación del Gobierno en las encuestas lo tenía tan preocupado que se había
vuelto distraído, tanto que olvidó cargar el celular y justo cuando estaba hablando
con el general Victoriano se le acabó la batería. Como eso a cualquiera le puede
pasar, de hecho a mí me sucede a menudo, no se armaría alboroto y nadie tendría,
entonces, motivo alguno para dudar.
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