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La final del mundo


Como se suspendió la final Boca-River de la Copa Libertadores de América, nadie sabe cuándo y dónde se jugará y si será o no en el Monumental, enviaré una propuesta al alcalde Paredes para se comunique con  la Conmebol y postule que la sede de la final mundial sea en Puerto Natales.

No solo por la hermosa vista que posee el estadio local, con el Cerro Dorotea de telón de fondo y, aunque no tendrá el Río de La Plata, los drones de los canales de televisión podrían enfocar el Seno de Ultima Esperanza y los glaciares; sino también porque ya que como Natales está ubicado cerca de Río Turbio (menos de treinta kilómetros), Provincia de Santa Cruz, Argentina, tendría asegurado una gran afluencia de público y un excelente borderó para las arcas municipales.

Pero, sobre todo, como la mayoría de las natalinos  ha trabajado o tiene un pariente que trabaja o trabajó en la Argentina, la influencia trasandina fue tal que llegó hasta las camisetas de los clubes amateurs, así el Club Natales usaba las de Racing Club de Avellaneda, Sporting Cristal las de Rosario Central y como el Club Esmeralda lucía igual que las de River Plate y el Club Bories las de Boca Juniors, estarían felices de facilitar su indumentaria deportiva  a las estrellas del balompié sudamericano quienes sentirían en Natales estar jugando de local.

Lo anterior traería consigo un beneficio económico para La Conmebol, puesto que los clubes no deberían traer ni utilería porque usarían las camisetas borienses o esmeraldinas, ello abarataría gastos de traslado, podrían comprar pasajes low cost con mínimo equipaje.

Me advirtieron, eso sí que como a los natalinos les dicen "los tira piedras", quizás no sería el lugar más indicado, pero hasta donde yo sé las piedras se las tiran a los pacos, no a los jugadores. 

Lo que planteo nada tiene de descabellado, sobre todo si el Bories versus Esmeralda, siempre fue un gran clásico, pero igual habría que tener cuidado y tomar todos los recaudos necesarios ya que ese partido: “Me cago, che, era también bravo, ¡eh!”.


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