“El ente deviene y todo se transforma en un proceso
de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa”. Heráclito, El Oscuro.
-¡Bah, hasta
que apareciste!- fue el saludo que me dio Carlos, habían pasado doce años y lo
primero que hice al retornar a Temuco, fue ir a su peluquería a cortarme el
pelo, porque uno en la vida puede cambiar de orientación política, pareja,
gustos musicales, hasta de vicios si se quiere, pero eso sí no es
persona de fiar quien se cambie de peluquero, aun cuando estemos calvos, porque
cuidan o cuidaron nuestra cabellera.
Antiguamente
se pensaba que también era una persona confiable quien se mantenía fiel a un
club de fútbol, pero ello se acabó con el exitismo de tiempos actuales, donde
no es poco frecuente, y para nada reprochable, que muchos hinchas se suban al
carro de la victoria vistiendo la camiseta del equipo campeón, de quien eran,
otrora, acérrimos contrarios.
Hace
unos años me llegó vía email una invitación para asistir al lanzamiento del libro
“Diálogo de conversos”, cuyos autores Roberto Ampuero y Mauricio Rojas,
explican su transición desde el Partido Comunista (Ampuero) y del Movimiento de
Izquierda Revolucionaria (Rojas) a esa derecha que, como pareciera avergonzarle
ser diestra, hoy se disfraza de liberal.
Si
concordamos con el filósofo griego Heráclito de que el cambio incesante es el
fundamento de todas las cosas, lo de Ampuero y Rojas, no debiera de extrañar,
más aún es propio del ser humano dudar de todo –yo, por ejemplo, dudo que
existo y estoy escribiendo esto- si dudamos hasta de la existencia
de Dios, ¿por qué no habrían ellos de dudar de sus primigenias creencias ideológicas?
Porque así
como un pechoño se convierte en canuto, ¿por qué un comunacho, o miracho, según
sea el caso, no puede transmutar en momiacho? aclaro que nunca facho, ya que
tal tipología está demodé.
Ahora bien, a
la inversa, si bien es más difícil, pudiera ser también posible, es
decir trocar de canuto a pechoño, o de momiacho a
comunacho.
Con tales interrogantes opté por
asistir al lanzamiento, quería consultarle a los autores si en su nuevo sector
se enfrentaron a una oposición que los pudiera ver como falsos conversos, tal
cual sucedió en la Inquisición española, o si se cuestionan a sí mismos ser
casi predicadores arrepentidos.
Pero, por
sobre todo, saber si les cortaba el cabello su peluquero de siempre o
todavía son hinchas del club de sus amores, de lo demás no vale la pena
considerando que el universo es inconstante, así como se
convirtieron hoy ¿Por qué no podrán reconvertirse mañana?
Cómo no comprender,
entonces, al actual ministro de Cultura, Mauricio Rojas cuando se desdice de las palabras
que emitió el año 2016 en contra del Museo de la Memoria, cuando dijo “más que un museo se trata de un montaje cuyo
propósito que sin duda logra, es impactar al espectador dejarlo atónito,
impedirle razonar”
Dichos que fueron sacados a relucir esta semana por la oposición para cuestionarle su nominación como encargado de las
culturas y las artes del país, ante lo cual el recién asumido ministro de Cultura expresó: "Hoy día eso está muy lejos
de lo que yo tengo que decir, lo que debo decir y lo que quiero decir".
Es que Rojas tiene una personalidad
compleja, su caso está para estudiar en la academia, un típico converso crónico.
Comentarios
Publicar un comentario