Siempre le gustó la
escena de La Guerra de las Galaxias en que Darth Vader le informa de su
paternidad responsable a Luke Skywalker.
Como tuvo que viajar
desde Punta Arenas a Santiago aprovechó de ir a ver al padre que
estaba en un hospital enfermo, debían amputarle la pierna, tiene 82 años, los
abandonó cuando tenía meses, nunca lo conoció. Ahora, él tiene 50 años.
Ninguna carta, ni
foto, ni saludo de Navidad, menos una llamada, o email en estos tiempos, de
mesada qué decir, su madre nunca habló mal de él, sencillamente no existía y
para figura paterna estaban los primos mayores y los tíos.
El año 97 se le
ocurrió viajar desde Temuco doce horas para verlo, estaba internado en una
clínica, lo vio desde la puerta de la sala, la abuela le habló algo al oído,
desvió la vista hacia donde él estaba y de inmediato la volvió a su lugar, fueron casi dos segundos. Se maldijo a sí mismo, más que por el poco tiempo
para un viaje tan largo, por esos arrebatos que le daban sin medir las consecuencias
y viajar en bus de noche por la Ruta 5 Sur es peligroso.
Pero si ha de ser
sincero debe reconocer que el año pasado habló con él por teléfono, culpa de su
difunta madre, su deseo era que la cremaran y necesitaban la autorización del
esposo y otros trámites notariales, él envió los papeles oficiales.
-¿Cómo está? José
Breve- le dijo.
-Yo también soy José
Breve- contestó.
Hablaron poco, de su
salud y que se mejore. Le dio la mano y esperó que se la soltara, fue rápido ni
frío ni calor, como se saludan dos extraños.
No vas a saludarlo,
dijo una nueva hermana. -Ya lo hice, le contestó.
Trató de ser cortés y
se acercó otro momento a la cama
-Hasta que nos
conocimos -dijo- qué lástima que sea en estas circunstancias.
-Todo bien-le señaló-
cada día tiene su afán, cuídese.
-Bueno, chao cabro-.
Adiós le dijo, se
alejó de su cama, mientras conversaba con su familia sentía su mirada furtiva,
jugó a buscarla, cuando la encontraba él la desviaba.
Cosa curiosa, no
sintió alegría ni tristeza, ni odio ni amor y aunque un amigo le dice que es un
católico encubierto, tal vez eso de “honrarás a tu padre” no vaya nunca con él.
Yislen, su mujer, le
cuestiona que en casa es distante, casi insensible, a lo mejor tenga razón,
sepa Dios de quién lo habrá heredado.
Muy bueno, la vejez es un misterio.
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