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Guatapique


Mariana Aylwin debió estar leyendo las últimas columnas de Ricardo Lagos en el Clarín de Buenos Aires sobre Estados Unidos, Corea del Norte y las armas nucleares, cuando se le ocurrió expresar que la contratación de Jorge Burgos como uno de los abogados del Ministro Santelices para su defensa de la acusación constitucional sería un devastador bombazo en la DC.

Porque el mandatario señala que el nuevo plan de Estados Unidos es tener bombas más sofisticadas, con capacidad de atacar objetivos precisos y más devastadores que las de Hiroshima y Nagasaki  

Aunque Lagos afirma que el Tratado de Tlatelolco de 1969 declaró la proscripción de las armas nucleares en latinoamerica, en la mente de Mariana el impacto que tendría la decisión de Burgos dejaría como tierra arrasada a la decé.

Pero un error frecuente en política es la poca autocrítica, sobredimensionar la influencia que alguna vez tuvieron los amigos, quedarse en el pasado, vivir en una burbuja mirándose el ombligo y no testear los latidos políticos de la actualidad, porque, a diferencia de lo que Mariana pensaba, Burgos no alcanzó siquiera a estallar, ya que se dio cuenta a tiempo que con representar a Santelices en lugar de ayudar estaba perjudicando a su cliente y, a los pocos días de asumir su defensa, renunció.

Y así lo que Mariana anunció como bomba atómica a lo más fue bombita de humo, quizás de globo con agua, una de esas fétidas caseras o, mejor dicho, un guatapique que se chingó .

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