Estimado don Eugenio leo vuestra columna
"Perdonen la pregunta"* y, con todo el respeto que merece una dignidad como la suya, me permito enviarle mi
respuesta.
No es que crea como dijo Eduardo Duhalde que "este país está condenado al éxito",
porque vea usted lo que en Argentina sucedió, tampoco
que seamos unos tigres de esas economías del sudeste asiático con
sociedades autoritarias, represoras y violadoras de los derechos
humanos, con que algunos quisieran compararse; menos fineses o daneses del norte de Europa donde deben vivir puros
ordenados rucios fomes; mis expectativas son, más bien modestas, me conformo con ser sudaca, estar un poco mejor que nuestros vecinos y que los
inmigrantes colombianos, haitianos, dominicanos o venezolanos nos vean como la Miami de
Latinoamérica, lo cual es un exceso ¡Por favor!
Porque creo, según mi neófita opinión, que somos un gran país y aunque nos digan que sufrimos sobrepeso, en el mapa se nos ve flaco, pero es porque la torta de la distribución de la riqueza se la engullen unos pocos
guatones golosos; aun así, con mucho esfuerzo y poniendo el hombro, hay que reconocer que se progresa
cada día y uno no deja de sentirse orgulloso; tanto que hasta ganamos la
Copa América dos veces a la Argentina y la UBA (Universidad de Buenos
Aires) ya no es el referente universitario de otras épocas, sino que son nuestras
casas de estudios superiores, sean estas estatales o privadas, fundadas antes y
después del año 81.
Don Eugenio a lo mejor no venga al caso
pero quiero contarle una historia, mi suegro, profesor normalista
jubilado que vive en Natales, suele añorar su Rilán natal en Chiloé,
donde vivía una bucólica vida campesina, trabajando de pequeño y a pata
pelada porque no tenía zapatos.
Cuando a mi suegro lo envían a comprar
pan adquiere siempre más que el necesario, la Sra. Matilde, mi suegra, aunque
lo reprende, suele justificarlo "Es que Néstor -que así
se llama mi suegro- pasó mucha hambre de chico".
El “Maestro” Néstor como le dicen por
facebook sus ex alumnos de la Escuela Dorotea y la N° 3 en Natales, aunque
tiene una pensión escuálida tuvo la fortuna de vivir en el Chile de hoy, no solo porque pueda comprar pan, sino también porque hace unos años lo
operaron de la próstata, después le extirparon de urgencia la vesícula y, para
aprovechar el impulso, también el bazo, como adulto mayor las intervenciones en
el sistema de salud público fueron gratis hoy tiene 83 años sigue vivo y
gruñendo.
Eso sí, aún le queda lo de socialista
histórico y reclama por la deuda histórica del magisterio, la que ni
la Concertación, Nueva Mayoría, ni Chile Vamos, se dignaron hacerse cargo.
Saludos cordiales, buena columna, lo
felicito.
*http://www.elmercurio.com/blogs/2018/06/12/60926/Perdonen-la-pregunta.aspx
Muy buena.
ResponderEliminarHay Maestros como don Néstor y maestros chasquillas como don Ernesto.