María Soto, mi abuela, tras el golpe el
golpe militar debió huir a la Argentina junto a su hijo Carlos y su nieta
Graciela. Carlos nunca retornó a Chile y falleció
en Argentina, la abuela falleció hace unos años en Río Gallegos acompañada de su
nieta.
María, sin mayor militancia política era
una mujer cercana a la izquierda, cuando venía a Chile y veía a Pinochet en la
tele no podía dejar de insultarlo.
La última vez que la vi fue en Punta
Arenas en la casa de mi tía, estaba en silla de ruedas le habían puesto
unos mitones, pero más que para protegerla del frío, para que no se sintiera el
ruido cuando aplaudiera, porque la abuela cerca ya de la centuria, había adquirido
la manía de aplaudir a cada rato y cantar
“Tobasco, Tobasco, Tobasco…” vaya uno
a saber qué cosa significaría y eso de batir palmas en cualquier instante hasta
al más paciente de los mortales intranquilizaría.
Días atrás falleció en Punta Arenas el
escultor Talo Mansilla, fue prisionero político en Dawson y hace unos años cuando
vino a Magallanes Carolina Tohá, le obsequió los guantes que utilizaba su padre
José Tohá, cuando siendo prisionero ejecutaba los trabajos forzados en
Dawson; porque el Talo con ese espíritu de artista suyo los guardó como preciado recuerdo, quizás pensaba que
cuando fueran libres y retornara la democracia a José Tohá se los devolvería.
Simbólico gesto el del Talo, más aún si
en estos tiempos con las rencillas de la izquierda algunos quisieran tener unos
guantes, pero de box para agarrarse a puñetazos, lo cual para la galería sacaría
aplausos.
Pero quien está muy generoso con los aplausos
es Eugenio Tironi, muchos deben preguntarse qué diablos le pasa, se estará volviendo
viejo, estará acaso enfermo, le habrán hecho un mal de ojo, porque como que le
vino, de improviso, un estado febril por aplaudir a través de sus columnas a
todo el mundo, ya sea a la gestión del Ministro Moreno en La Araucanía, al
Acuerdo sobre la Infancia de Piñera, a la reciente Agenda de Equidad de Género, todo lo que para él “candorosamente” es digno de palmear.
No sería raro que sus ex compañeros más
radicalizados del MAPU estén enojados, lo acusen de traición y quisiera hasta tirarle el guante para retarle a
duelo, aunque de aquello debieran olvidarse de inmediato porque ¡quién lo creyera! en nuestro código la provocación a duelo sigue aún penalizada.
Lo que es yo sin ser cercano del sociólogo, ni conocerlo, lo estimo bastante y por el estado de su salud estoy más que preocupado, como ya estamos entrando al invierno,
se avecinan esas frías mañanas santiaguinas y los ambulantes a la salida del Metro
ya comenzaron a vender bufandas, gorros de lana y mitones, alguien debiera adelantarle el obsequio de cumpleaños y regalarle
un par de guantes, o enviarle yo mismo uno de esos chinos que venden en Sánchez y Sánchez de Zona Franca, sobre todo sí, al igual que con mi abuela, cumplen
la misión de que no se pase de frío, aminorar el ruido y evitar que nos volvamos locos cuando se torne incesante el palmoteo.
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