Para Tomás, el 1° de mayo es un día igual a tantos, según
él si se conmemora el Día de los Trabajadores, para hacerle honor uno debiera trabajar, porque Tomás es
trabajólico lo que asume con orgullo como un sello personal que lo distingue de
los demás.
Para él aquello de
jornada laboral es una cosa accidental, llega siempre primero y se va último de
la pega, lo de cumplir horario lo ve como antinatural:“¿No es acaso que el hombre está en la vida para trabajar? si la vida
es corta, antes de cuestionarse aquello, vamos a laburar”, responde a sus empleados
cuando le preguntan: “¿Patrón, ya terminamos, podemos irnos ya?”, porque si de él dependiera
se trabajaría 24 horas seguidas.
Hay días que se
siente un extraterrestre, sería
feliz viviendo en Venus que tiene el día más largo del sistema solar, eso sí en Júpiter, que tiene el más corto, se volvería loco.
Sabe que es incomprendido, porque lo que para él es pasión, para los otros es mera obligación. Pero Tomás no debe ser el único, en el
mundo hay muchos trabajólicos como él, eso sí son en su gran mayoría varones, ya que
ser trabajólico es parte del género masculino, las mujeres no califican para tal
categoría y aun cuando ellas por lo general trabajan el doble, en la pega y en
el hogar, para los trabajólicos eso es de lo más normal, solo cumplir un rol
histórico que no tiene nada de particular.
Pero para ser trabajólico se debe tener profesiones u oficios determinados y respetables
como ingenieros, médicos, abogados, economistas, empresarios y comerciantes, ser CEO es lo ideal, porque los empleados y
obreros están descartados y aunque se rompan el lomo diariamente trabajando son
unos meros gana pan. Pasa que un trabajólico está íntimamente ligado al ejercicio del poder y la autoridad o viene con el perfil
del cargo de
la función directiva intelectual, ya sea de una empresa privada o publica.
Como hemos dicho Tomás, al igual que todos los trabajólicos, creen que lo de fijar la
jornada laboral fue una tontería, no es que mire en menos las horas extraordinarias,
sino que encuentran que se pagan poco y
mal; lo de las vacaciones, innecesario, de hecho él nunca las toma porque descolgarse del trabajo lo considera un espanto
y no se vaya a pensar que nuestro Tomás sea un tipo holgazán. Que le digan que no tiene más vida que las cuatro paredes de su despacho no le afecta, es más encuentra que lo enaltece.
Nunca se permite el estado de reposo, hay quienes
afirman que ni duerme o solo lo hace con un ojo, con el otro suele informarse en cómo
mejorar la línea de producción, en dicho estado leyó hace poco el estudio de la OCDE acerca de
que el mercado laboral chileno podría ser
uno de los más afectados por la automatización y 55% de los trabajadores podrían
ser reemplazados por máquinas, para Tomás sería espectacular porque
robots y autómatas no reclaman y trabajarían
con él juntos a la par.
Aunque le gusta Europa
no entiende eso de que algunos países tengan jornadas laborales más cortas para
que los trabajadores puedan disfrutar del ocio, lo encuentra un disparate, al
igual que un artículo sobre la utilidad para el trabajo de la meditación y el uso
de la siesta, lo que para él es disfrazar la flojera, pero admira de los
países asiáticos lo de “Trabajar como chino” que tiene colgado en su oficina como
su misión existencial.
Para fortuna de Tomás vive en la capital, porque eso
del ritmo de provincia lo atormentaría, de hecho cuando debe viajar a regiones trata de estar
el mínimo tiempo posible, porque no resiste que los pueblerinos se tomen todo el
tiempo del mundo hasta para descansar.
Como a veces las oportunidades se presentan de manera inesperada, con las cuarentenas por la pandemia del coronavirus y el obligado trabajo a distancia, Tomás encontró la manera de eliminar por fin las barreras físicas que dividen a la empresa del hogar, como el trabajo se hace desde casa y está presente en todas las esferas del hogar, no existen ya horarios definidos, se debe responder un email o hacer un informe del trabajo, no importa la hora ni lugar.
Si bien es creyente, sabe que Dios creó al mundo en seis días y al séptimo descansó, lujo que, a su entender, solo se
lo puede dar el Señor, pero no los demás que somos simples mortales.
Para no pecar de hereje y no
comenten sus empleados que en ocasiones como
que se embrutece, durante Semana Santa se da una licencia especial para ver su película
preferida “Ben Hur”, disfrutar su escena predilecta de las galeras y emocionarse
hasta las lágrimas, no con el Cómitre que a punta de rebenques hace remar a la chusma de esclavos -no se vaya
a pensar que él es un sanguinario- sino que con el personaje de Ortatus que con unas mazas y un pequeño tambor marca el ritmo
en la galera, porque, en el fondo, Tomás sueña ser como Ortatus, más hoy en día que ser
trabajólico es signo de calidad y está en juego la productividad.
Menospreciaste a los trabajólicos, como yo que somos profesores. Lo de siempre. jajaja
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