Ir al contenido principal

"El Panzer"


Mucho antes de los Nintendo o PlayStation los juguetes preferidos de los niños eran los soldaditos de plomo, caballería montada y uno que otro cañón. Ya avanzado el siglo XX y luego de dos guerras mundiales la industria de la juguetería militar incorporó los vehículos  blindados, el preferido era “El Panzer”, se hacían  copias  a escalas tan fidedignas que uno podía recrear verdaderas batallas campales con el general Patton y el “Zorro del Desierto” incluido.

Hubo Panzers carísimos, solo alcanzables para la elite, con el auge del capital aumentaron los bienes de consumo y empezaron a surgir los juguetes de plástico, pero los más menesterosos, como el ingenio infantil da para todo, los seguían confeccionando con latas de café, papel aluminio, corchos y palitos de fósforos.

Con el paso del tiempo y el avance de la tecnología “El Panzer”, al igual que muchos otros juguetes, tuvo como cruel destino dormir olvidado en el baúl de los recuerdos o deambular por basurales rememorando  glorias pasadas, la película Toy Story recreó en parte aquello.

Pero todavía quedan quienes tienen alma de niño y suelen coleccionarlos como añoranza de su lejana infancia, también existen museos del juguete donde uno puede, al menos, apreciarlos porque se prohíbe jugar con ellos, después de todo son reliquias y hay que cuidarlas.

Hoy las nuevas generaciones prefieren la revolución digital, de la que son militantes activos Boric y Sharp y aunque hay videojuegos de guerra de última generación, los líderes del autonomismo, que son chicos pacíficos, deben ser expertos en uno de construcción que enseñe a pasar la aplanadora -¡virtual, claro está!- porque con su decisión de participar en las comisiones de Infancia y Seguridad del Presidente Piñera, dejaron al descubierto que “El Panzer” Insulza -otrora prototipo del Hombre de Estado- era más bien de juguete.

Comentarios