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Roberto y el voto revuelto



A varios agradó el desempeño del ministro de Relaciones Exteriores Roberto Ampuero en la Corte Internacional de La Haya, en especial cuando dejó de lado esa postura tipo Vincent Price de su antecesor, afloró su veta de escritor, más que de diplomático y cual Ricardo Lagos, a quien Ampuero admira, enfrentó a Evo Morales y exaltó el sentido patriótico del alma nacional .

Al nuevo canciller que hace poco muchos dudaban si tenía dedos para el piano, hoy  lo están felicitando de todos los sectores y  como ocurre en Chile que ni siquiera pasado un mes del nuevo gobierno asomen candidaturas presidenciales -ahí tenemos a Alfredo Moreno y recientemente a Máximo Pacheco, ambas  levantadas más por el círculo rojo (elite) de sus amigos,  pero no por los nuevos electores- comenzarán a mirarlo con ojos presidenciables.

Ampuero  que se dice hombre liberal y debe recoger las buenas ideas de todos los sectores, puede responder con la máxima Pacheco: “Cuando uno está interesado en los asuntos públicos, uno tiene que estar disponible para estas situaciones”, pero el 2021 está lejos, en política se convive con la partida del caballo inglés que sale primero, llega último, abandona o ni siquiera parte.

No obstante ello el Canciller Ampuero recordará por siempre los últimos días pero, sobre todo, esas amenas y cálidas tertulias noctámbulas con el liberalismo del FA y sectores de derecha e izquierda con que la delegación chilena combatía el frío de La Haya.

Como es semana Santa Santa y le debe encantar la parábola del hijo pródigo, a Roberto, considerando que hoy en día el voto está revuelto, le debe corretear, no sin sonrojarse, la peregrina idea de encarnar en su persona la nueva y transversal política chilena, que tanto pregona.

Eso siempre y cuando nos vaya bien en La Haya, porque de lo contrario no lo buscarán ni para secretario de taller literario, menos tendrá votos para director de la SECH.


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