No creo que exista tristeza más grande de la que irradia
una banca que nadie quiera ocupar y no porque esté recién pintada,
destrozada, sucia o maloliente sino porque, sencillamente, no hay personas para descansar en ella.
Un proyecto municipal en Punta Arenas está a pasos de convertirse de buena idea a un gran
fiasco.
El anterior alcalde Emilio Boccazzi, que como buen
arquitecto tenía vocación urbanística, instaló 180 bancas en calles del
perímetro central de Punta Arenas, varias de ellas con escaso tránsito
peatonal.
En su momento variadas críticas sacó la iniciativa y se
dudó de las buenas intenciones del Alcalde, quien preocupado por la pobreza
debe haberse conmovido por la mendicidad
y el vagabundear y quiso ver, a todos, dignamente sedentarios y sentados,
recostados o acostados, eliminando así a las personas en situación de calle, porque en adelante serían personas en situación de bancas, pero no financieras,
precisamente.
A
diferencia de quienes plantearon que con este proyecto Boccazzi estaba
hipotecando su futuro político y sus intenciones parlamentarias se
quedarían en la banca, el Alcalde confiaba
que como hábil jugador de basquétbol nunca ocupó tal puesto y lo más cerca que
estuvo fue de copiloto en el autódromo Cabo Negro.
Por
el contrario, con su osada praxis política reinventaba la democracia, porque calculando
que en cada una de las 180 bancas cabían más de cuatro personas cómodamente
sentadas, el sueño del diputado Boric de cambiar el mundo desde Punta Arenas se
haría al fin realidad, pues se desbancaría al Congreso Nacional -no al
Casino Dreams porque éste genera entradas a la comuna- ya que la ciudad tendría su propia y verdadera bancada regional y, lo que es más democrático, sin engorrosas
firmas notariales, ni siquiera votos cualquiera de nosotros podría ocupar un escaño.
A lo
mejor ahí saldría la ley del feriado magallánico, el sueldo diferenciado y la consulta autonómica y los que en su momento cuestionaban
a Boccazzi serían los primeros en sentarse, buscarían apernarse y ni jugando a las bancas musicales podrían sacarlos.
Pero, como pasa siempre con las
ideas innovadoras, a tres años de la instalación de las bancas esta semana se
oyeron reclamos de transeúntes de calle Chiloé que piden cambiar su ubicación y
queden en el lugar donde se detiene la locomoción colectiva, porque al frente y
mirando hacia las casas no le encuentran mayor sentido.
Dicen que los alcaldes suelen quedar
en el recuerdo de la comunidad por construir las plazas, otros las multicanchas
y Emilio por...
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