Era lógico que sucediera y,
como tal, aconteció, lo extraordinario hubiese sido lo contrario que hace una semana
atrás Alejandro Guillier ganara la segunda vuelta presidencial.
Pero tan normal fueron los
resultados que Sebastián Piñera resultó vencedor en casi todas las regiones del
país, con excepción de Aysén y Magallanes, estas dos últimas que en su primer
periodo como gobernante protagonizaron las más masivas y potentes movilizaciones y protestas sociales que desde retornada la democracia se tenga memoria no solo en la tierra del
viento y coirón, sino también en el país.
Los resultados de la elección
junto con reafirmar una identidad y diferencia de los patagónicos con el resto
del país, permite a las izquierdas locales pasar el trago amargo de la derrota que,
a nivel nacional, les propinó la derecha, el caso es que no les sirve para nada
más, puesto que haciendo un símil con la primera vuelta los votos de Aysén y
Magallanes son como la suma de los de Artes y Navarro, es decir pocos, casi
nada.
Aún así una rara satisfacción inunda
el alma izquierdista magallánica, pero no tanto porque en la Región ganó
Guillier, sino más bien porque se dio la lógica y no sobrevino el acabose.
Sin embargo, los
últimos resultados del Censo dados a conocer a mediados de semana vinieron a preocupar
hasta a los más optimistas, es que Magallanes está entre las regiones con menos
crecimiento poblacional en los últimos quince años, como igual cosa sucede con
la izquierda en el país y aquello desde Magallanes a cambiar Chile, que pregona
Boric, se visualiza un tanto dudoso que más temprano que tarde pueda ocurrir.
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