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Gabriela y Michelle

El ranking Forbes que ubicó a Bachelet en el cuarto lugar de las mujeres políticamente más poderosas del mundo, vino a dar razón a los gurú que  expresaron  que el nicho natural de Bachelet es la gran política internacional, a lo mejor era verdad, entonces,  que no quería volver a ser candidata, pero nobleza obliga no podría negar el favor a la centro izquierda de retomar La Moneda.
En la política doméstica, de nuestro estrecha aldea, sufrimos un desengaño y le criticamos porque está con sobrepeso, por su su forma de vestir, que se volvió poco franca, que carece de liderazgo, hasta que no tiene la estatura de estadista de Ricardo Lagos, porque es más bien bajita como Isabel Allende, a la escritora me refiero.
Pero como Bachelet resultó bastante más astuta de lo que muchos imaginábamos, no debiera extrañarnos que si se lo proponen los líderes  de la Aldea Global  llegue a ser la Secretaria General de la ONU, cargo al cual siempre aspiró Lagos, eso sí no al de ONU Mujer porque allí estuvo y estos últimos años aprendió que es un tanto ingrato repetirse el plato. 
Es que la diosa Fortuna -no a la riqueza material me refiero- la favorece  porque  Bachelet es de esas personas que sin tener un envolvente aura carismática, sí posee una simpatía y sencillez que ha aprendido a explotar: buena pa' la talla, baila cumbia, canta y toca guitarra incluso debe  creer firmemente que existe la otredad  (aunque en ocasiones como se esforzara en demostrar lo contrario), que tiene al poder político mundial como encandilado.
Con tales atributos Bachelet sabe que cae parada en cualquier lado, incluso en un tanque como cuando la colocó Lagos, es que  de manera natural, sin siquiera proponérselo, quizás a pura intuición, sabría cuando uno debe aprovechar su momentum.   
Las chilenas - y todos nosotros- deberíamos, entonces, estar orgullosas y orgullos de Michelle,  tanto como lo estamos de Gabriela Mistral, porque también admiramos a la gran poetisa ¿no es verdad? aunque ella  prefiriera vivir en Estados Unidos y no sería raro que Bachelet tome igual camino.

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