Fui
a Natales y visité al querido Tío Tavo, hermano menor de mi madre, me preguntó
si seguía escribiendo en el diario El Pingüino porque tenía guardado todos los
textos, pero como hace ya tiempo que no me publican, dejó de comprar el periódico.
Sus
palabras fueron un bálsamo para mis oídos, sobre todo en estos días que me asalta
la duda de seguir escribiendo, siempre es agradable que alguien atesore nuestros
escritos, aunque sea un pariente.
Tío
Tavo es un militar retirado, fue paracaidista, andinista e integró el recordado
Cuadro Celeste del Regimiento de Caballería -hoy motorizado- “Lanceros” de
Natales, un grupo de jinetes que hacían acrobacias y piruetas arriba de los
caballos.
Como
todo milico que se precie de tal es un fiel pinochetista así que de política
mejor no hablamos, sí lo hicimos de nuestra
familia y del libro sobre su tatarabuelo el lobero William Low, que acaba
de publicar un traumatólogo natalino.
William
Low fue un zafio lobero, de dudosa reputación, casi un pirata encubierto para
algunos, provenía de las islas británicas y, según el médico historiador, es
quizás de los primeros hombre blanco que tuvo la valentía de navegar las aguas de
los canales y fiordos australes.
Mi tío, si bien no lo demuestra parece estar sentido
porque solo invitaron a mi primo Coco al lanzamiento del libro, y eso que Tavo debe ser la imagen viva de William Low aunque no existan
dibujos, ni registros pictóricos, ni menos fotográficos para comprobarlo.
“Ahora resulta que
tenemos un poco de sangre escocesa, por eso debe ser que somos tan buenos para
tomar”, bromeo finalizando la conversación sobre nuestro antepasado.
La charla, como ocurre usualmente
con una persona de casi 90 años, continúa con esas típicas preguntas ingratas sobre el estado
de salud; me comenta que perdió un ojo –cosa
que para mi hija lo hace parecer más un pirata- y señala que a veces se marea y
debe sentarse.
Asume con viril dignidad
que ya está para morirse, porque a su juicio no es normal que un ser humano
viva tantos años, me cuenta que tiene un lugar en el cementerio al lado de su
esposa Berta y mi prima Rebeca.
- "¿Pero, oiga
tío, a usted lo van a enterrar, no lo van a cremar?- pregunto.
-"¡Claro que
me van a enterrar, a los brujos se queman!"-, ni el rudo Williams
Low me hubiese respondido mejor.
tempdiaQstel-pu Jorge Harth click here
ResponderEliminarrepothunve