Los
argentinos que si de algo saben es de construir relatos, ahí tiene usted a
Cortázar, Borges y Sábato, Perón, Gorilas y Maradona, el kirchnerismo y el macrismo, acuñaron “La Grieta”, potente y concreta imagen retórica, para referirse a las
diferencias económicas, sociales y políticas que dividen hoy a los argentinos.
Los chilenos,
que somos seres abstraídos, preferimos hablar
de “Desigualdad” y cuando quisimos darnos aires de narradores
inventamos la suave: “Brecha social”.
El Te Deum
evangélico fue para algunos muestra clara de tal división, es de esperar no sea
aviso de un terremoto social que deberá enfrentar el próximo gobierno.
Aunque no debería extrañar que el pueblo cristiano
manifestara su descontento público a la ley de despenalización del aborto en
tres causales, pero hay que cuidar, como
dijo el Cardenal Ezzati, el modo como se dicen las cosas.
Fiel a las palabras de su pastor el día de la promulgación de la citada ley el rector
de la Pontificia Universidad Católica de Chile ordenó izar la bandera a media
asta en la Casa Central del plantel universitario.
No se
necesita ser discípulo de la Semiología de Barthes o bien de la
Semiótica de Eco, o acaso de ninguno de los dos porque puchas que son
enredados, para interpretar que el acto del rector fue premeditado para generar
un doble significado, no solo para marcar un precedente de descontento ante la
promulgación de la ley de aborto, sino, también, para eclipsar ese cartel de "El Mercurio Miente", que
en plena reforma universitaria de los años sesenta colgaron los alumnos de la UC y que hasta el día de hoy a los
jerarcas de la Católica los debe tener mosqueados.
Pero ya sea uno católico o evangélico, partidario
del Papa o de Lutero, no deja de ser conveniente minimizar la separación entre
Iglesia y Estado, porque la participación de las iglesias en la elaboración legislativa
pudiera ser muy beneficiosa para el país,
por ejemplo en el ámbito de la justicia se pudiera adecuar el Malleus Maleficarum,
esa biblia inquisidora usada para castigar a las brujas, a nuestra actual persecución
penal; mientras que en el ámbito económico en vez de que algún ministro o diputado
pida a empresas pesqueras que les redacten las leyes, se podrían solicitar lo
mismo a obispos y pastores quien dice
que no hagan el milagro, se acabarían las vedas, porque se multiplicarían los
peces.
Habría coincidencia entre los políticos que por ser Chile un país
terremoteado tenemos una cultura antisísmica y no hay
fractura interna, ni menos expuesta, sino que aquello es producto de la post verdad,
desinformación mediática, ignorancia periodística que confunde fracturas, con
facturas ideológicamente falsas.
Según los moderados lo de la estructura social chilena
es un mero esguince, una pequeña estructura ósea que salió de lugar, para lo cual más que un estadista se requiere un
componedor de huesos, el problema es que casi no quedan y los pocos que están vivos
a lo mejor tienen artrosis, hay unas meicas por ahí que sacan el empacho, pero no
es seguro que pueda servir de algo.
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