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Decrépito burgués

Comenzó el mes de la patria y con ello la insufrible cantinela anual que por estas fechas debe uno soportar en casa, la de que otra vez vamos a tener que colocar la bandera en la ventana y que a ella le gustaría tanto tener un mástil como el de la casa de su papá en Natales.

Pero esta vez se adelantó a los hechos, porque ayer cuando estaba solo,  golpeó a la puerta un maestro diciendo que lo habían llamado porque necesitaban un mástil; como soy escurrido le contesté que sí y que cuánto cobraba, me dijo que 40 mil pesos, más cemento y arena, hicimos un trato y quedó en instalarlo al otro día.
 
En la noche se lo comenté y se alegró porque después de tantos años tendríamos un mástil, aunque lo encontró un poco caro, considerando que su padre había construido e instalado su propio mástil, porque él aunque llegara cansado de rabiar con 45 pajarracos en la sala de clases siempre tenía tiempo para refaccionar su hogar; no le contesté y opté, por sana convivencia, mejor quedarme callado.

Hoy vino el maestro a colocarlo, trabajó rápido, no más de 30 minutos, quedó a ras de suelo empotrado en una base circular de cemento, mientras le ponía una mano de pintura pregunté cuánto le debía, me dijo 40 por el mástil, 20 por el cemento, en total 90 mil pesos, tuve una extraña sensación como de haber sido estafado, pero se me fue luego porque seríamos los primeros que de nuestra aspiracional villa tendríamos un mástil como corresponde.

Como no tenía dinero en efectivo le dije al maestro que me acompañara al cajero, antes de retirar la plata me señaló que debía agregar 10 luquitas más por la arena, total 100 mil pesos. Le pagué como corresponde pero le comenté que me había cobrado muy caro porque de 40 mil iniciales, se subió a 100 mil, me explicó que ese era el valor del trabajo.

Retorné a casa frustrado por no cultivar las habilidades manuales, más barato me hubiese salido seguir con la bandera en la ventana, ahorraba hasta la pita a lo más un poco de scotch o, como solía hacerlo, sujetar la bandera con la ventana entreabierta.

Al llegar recibo la llamada de un amigo me invita que nos juntemos a vacilar un rato le digo que no puedo, que ya dejé el alcohol, pucho, la marihuana y las pepas,  también el café, la Coca Cola y los completos, porque ahora me cuido tomo cápsulas blandas de Chia, Ginkgo Biloba, Spirulina, DHA mental, Genacol y brebajes de perejil, hinojo, jengibre y cascaritas de limón.


Le comento que lo anterior ha surtido efecto porque me realicé exámenes médicos y resulta que estoy con  el colesterol y los triglicéridos bajos y que como tengo los hematocritos de un sherpa, aunque estoy para la alta montaña, opto por no salir más que a la puerta de casa, más ahora que como buen patriota tengo mástil, en fin, que cada mañana cuando me miro al espejo veo a un viejo y decrépito burgués que tiene que empezar a buscar la bandera que en la última celebración por el triunfo de Chile, no sabe dónde diablos la dejó. 

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