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Temuco travestido de Mall


Cansada y descompensada por el aletargamiento de las conciencias, la ciudadela duerme bajo los efectos del soporífero demoniocrático inyectado por el gobierno concertacionista. Aliviados de la dosis responsera neoliberaldemocratasocialmercadotecnocratacristianomarxistalaico escupimos al tacho de basura, a la bolsa negra los desperdicios, jeringas, ampollas, chatas arrancadas a médicos, congresistas,  burocráticos, empresarios, puristas,  academicistas, marqueteros.       
Exhalamos...exhalamos, sobre los durmientes del Ferrocarril a Quién Sabe Dónde y vagamos en galaxias noctámbulas en el Universo de Pesadillas. Enormes  telescopios atómicos solares, censores internos de nuestros sueños, orbitan, escrutan, escaneando las páginas en blanco de nuestras noches.
A  trillones de Megahertz, el Desensueño Webb navega en el ciberespacio, purga y engrosa las páginas de la Internet humana, programado desde tierra por computadoras que marcan el paso, por lobos con  perfil de alguaciles, sheriff, alcaides, comisarios, inspectores, capitanes. Faxes de sangre lupina recorren la Larga y Angosta Faja, piden tono a Cárceles de Alta Seguridad,  redil de ovejas negras, tuteladas por las babas de neonatos lobeznos traidores que silabean saboreando el Homo Homini Lupus en pizarras de acrílico de la Oficina amamantados por su nodriza DINAmarquesa. En su seno duermen  deseando uñas encarnadas de  prisioneros amarrados, duermen renegando la vida de sus progenitores, aquellos los  esqueletos eléctricos alimentados de voltios y agua; pero los lobeznos  se olvidaron que alguna vez fueron becerros y del rechinar de estertores de  catres metálicos, de  mandíbulas  ahogadas en bolsas de polietileno, de repicar de huesos sordos, perforados, astillados de barbados, imberbes democráticos, que  marchan al son conscripto del raratatatamban de la Batuta y la Picana Eléctrica. La guaripola milica de diecisiete años, cantos de Maldoror de botas castrenses, adelante un, dos, firme marcchh, izquierd, dos, derecho, izquierd, dos, derecho...
En Temuco, tierra de misión los pescadores de hombres fundan imperios, librando cruzadas; allí alojamos bajo ferias, con sepultureros y centinelas  matinales que limpian las criptas y corrigen lápidas inclinadas, más allá cruces de madera fragantes a hosanna y  al atalaya cumbianchero y porro de un  “Cristo Biene, Dios te Hama”. Evangélicos Charros empuñando biblias verduleras o testigos de trenzas adeptas, adictas al neo testamento, se pelean a bosteros triciclos de ferias que cuentan perlas del rosario, conspirando contra las panderetas adictas al neo testamento, predicando el culto dominguero en catedrales virtuales de barrios temucanos. El poster kitsch canuto lucha contra la tetas de Valeria Mazza, Martita Sánchez por tapizar venusterios solitarios adolescentes en las paredes de los  barrios populacheros, mientras en las mansiones residenciales,  la misericordia católica, se golpea el pecho, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, ante un --¡Cristo exclusivo mijita todo de ébano!-, entregando el diezmo los domingos a sacerdotes del clientelismo próspero para comulgar bajo una virgen desflorada por una hostia Master Card, Bancard, Visa, sacralizando así el modelo, esterilizado, desinfectado por impostores vestidos de Hipócrates que suben aburridos las escaleras de hospitales, repletan los ascensores de las clínicas dilatando sus pupilas en el Piso-Peso,  educados  en su jerigonza fastuosa inexpugnable para blandir un  bisturí muchas veces tardío para las entrañas de los pobres.
Un Rumor esquizofrénico de hispanocelulares es el neo ritual acústico en las  calles del  verano policromado metálico y plástico,  sobre un mástil de PeVeCe, ondea hoy la bandera de la patria. Las vírgenes de los portales de las parroquias son maniquíes de vitrinas con guantes quirúrgicos,  el género tiene el rostro en serie del cliché andrógino de pasarelas  neoyorquinas, parisinas, berlinesas, una asexuada Barbie virgen recorre las procesiones del país. En la pobla,  boys de un Adán gringo, enseñan a caminar derecho con un black book autografiado por Pepe Smith en las cabecitas negras, mientras graban el alma de los callamperíos a cambio de la salvación de los muertos, el árbol genealógico de Chile hecho con letra y óptica yanqui, las gabardinas mitómanas de rubios columbos husmean las puertas de  cholos, ñatos, mapuches, chilotes,  rotos sudacas.
Al despuntar la aurora pernoctamos bajo las  luces del mercado que  iluminan  las ciudades, en capas de ozono ahuecadas se introduce el ultravioleta,  neblinas de hedor emanan de  chimeneas volcánicas que cocinan los escudos regionales, un azul que tranquilo te baña plagado de escarlata del basural de residuos  tóxicos,  refleja el  triángulo de una luna eclipsera, cuyo haz de luz se eleva como un rayo  cibernético, magnético,  que viaja a tres mil billones de años luz, penetra en las conciencias y las entrañas citadinas.
Arribamos a  Supermalls, Shopping Center, Quick Food  adornados del ocho infinito. Estructuras diseñadas por albañiles ciegos ante el patrimonio arquitectónico nacional. Caen y sucumben  las construcciones ante el avance arrollador de edificios mercantiles, la ciudad se despelleja durante un verano de acelerado crecimiento gracias a  yuppies, chicagos old, que preparan la pócima para los futuros catatónicos huéspedes de Dicom que drogados y embobados, beben  el fatídico brebaje del fin de siglo, devorando con la mirada a  promotoras minifalderas de muslos bronceados de lycra, morenazas de factor UV24000 que flamean sus  abdominales y ombligos sin carbohidratos,  guiñan sus lentes ultravioletas,  hacen reclamar  la eutanasia de las viejas.
Tras el muro invisible, a la penumbra del Ñielol, el inconsciente colectivo mapuche deshoja margaritas ante las estructuras arcaicas de nuestra nueva identidad temucana, travesti de malls y mercados municipales.  La memoria olvidadiza del inconsciente arquetípico mal fraguado por los Cornelio Vulcano Saavedra mancos, transformistas de engaños, de indiospícarosvejatorios, el tomngg-tomngg-tomngg kulktrunero, zumba, grita y retumba bajo el asfalto comercial, Ngenechen usurpado rinde tributo a  ídolos del dólar plástico de la cultura mercantilista, textos apócrifos repletan anaqueles de librerías y agencias turísticas donde académicos y ecoturistas fagocitan bajo el  isotipo mapudunguero del marrichiweu con que  rotulan deshonestos panegíricos mapuches. Atentos al people meter de pobreza y marginalidad, para financiar millonarios proyectos -pero haciendo zapping sobre el respeto, reivindicaciones y  derechos- graban en Super Betacam On Live, arriba del Rehue o fondeados tras hojas  de Canelo,  el trance machitunero.
La diversidad cultural indígena hace venia a la monarquía OeNeGera del cooperador y solidario hermano europeo. Proyectos de desarrollo, apoyo económico, transferencia tecnológica, pasajes a eventos, biodiversidad, son los nuevos espejitos y cuentas de colores, con ellos los indios  aprenden la  Biblia del  correcto y civilizado comportamiento practicando lobby en largas reuniones de las  Naciones Separadas.
Bajo forma de tur, entretanto, en  carreteras integracionistas y desarrollistas de alta velocidad, se revuelve en un crisol de megaproyectos el futuro regional intercultural con que se  golpean las herraduras de los caballos que transportan el estereotipo de feos, hediondos, flojos, sucios y borrachos en carretas de regreso al lof, para velar el sueño del descascarado y convaleciente  Conun Hueno y su centésimo  By-Pass. La equidad se expresa con pasión de multitudes en sueños pichagüeros de 32 cascos cantados por Araujo y el ¡Ssshhhiiileeeennnooo José Marcelo Salas Melinao!
Despertamos tras los intramuros de la ciudad... Tras puertas cocineras. En los umbrales y portales.... En las esquinas populacheras, en  barrios bacanales. En los puterios... En las esquinas. En las plazas, alejados de los gimnasios traspirados de mundos y cuerpos light, bajamos a las camas de los hospitales populares donde rosas amarillas marchitas de crepe premian a parturientas onceañeras con cajas de pañales molineros que  regalan damas tricolores a las embarazadas.
En las murallas futboleras rayados bravos copulan y dejan caer figuras diminutas  talladas en piedra pómez, donde minúsculos oprobios, insultan, rechazan  y combaten a gángsters del Presupuesto Condicionante Cotidiano, a Idiotas Record Guiness, el insuperable, el  del Ingrato Olvido, al  futuro esplendor al tintinear de centavos.
¡¡¡En esta esquiiiina!!!! al interior de cavernas mohosas del  clandestinaje etílico, fermenta  el humor pipeño de las fosas abisales del abismo alcohólico, en ellas adolescentes, adultos jóvenes y ancianos parapetados ruborizados por su  pituca, entonando una y otra vez, al pie del cañón, el kikirikiii mañanero.
A  orillas del otrora verde Cautín, niños que juegan con chiches de bolsas de basura coronan a sempiternas murras navideñas, esperando al viejo pascua colilarga que le regalará el Hanta;  para capear lo 30 grados se zambullen en el verde, que agoniza por el ecocidio enquistado del mierdal ciudadano y lanza un SOS indescifrable al Rainbow Warrior III.  Óvulos pestañean y saltan junto a soretes desde agujeros letrinosos al medio de los comedores en los campamentos temucanos. Cien mil bocas plagadas de cráteres conviven con sobacos ripieros que saludan a los aviones desde Santa Rosa, Las Quilas, Lanín, Amanecer, Pueblo Nuevo. Perros con Cistitis, escapan de parques asfaltados y  persiguen a lápices colegiales. En los boliches, fotocopias llaman a colectas de reciclaje para reunir las 6 mil latas que valen las  intervenciones y ¡Salvar a Juanito!
¡¡¡En la otra esquiiiina!!! condominios asépticos cerrados donde rubios mijitos tostados en Pucón se duchan en chorros de agua bidestilada, colocando alarmas, guardianes, mastines para evitar la pesadilla  de que baje la poblada y codicie a esas niñitas respingonas, pecositas, rubiecitas, tipo inglesitas, seudo  jipis humanistas artesas, que estudian sicología, sociología, trabajo social o medicina.
El raiting casen es el caballito de batalla de seminarios, encuentros, paneles, coloquios y foros donde entusiastas profesionales jóvenes – y no tan jóvenes- aprenden la terminología militarizada del mercado objetivo, proyecto piloto, estrategia focal, tácticas de grupo que permiten  -¡superar la pobreza, viejo..!-
De tarde en tarde, nos embarcamos en vagones de anacrónicas llegadas. De salidas inconclusas. De proyectos inacabados. De deseos incumplidos. De sueños frustrados para llegar a patios traseros olvidados, un barretín oculta deshechos arrumbados y corroídos como  guarida de periódicos con noticias amarillentas. Soplando la herrumbre del recuerdo en los galpones retomamos el trayecto por surcos cerebrales deambulando en  plazas bajo el alma mater del contrabando onírico y nocturno,  donde las vaginas solitarias  extracarcelarias  hacen vigilia deshojando plátanos para los reos, estos masturban barrotes envueltos en calendarios.
Desnudamos maniquíes de las vitrinas, la  nueva  memoria colectiva son carteles epifánicos pintados por siquiatras contagiados de la  encefalopatía espongiforme bovina que tutelan a peones de cartón que reciclan las calles temucanas. Jumpers y ternos colegiales numerados se besuquean, lanzas mezclados con empleadas domésticas despiden a pelaos desde buses rurales. 
Sumergidos los discursos y la  sombra del cortejo de antiguas protestas antipinocheteras, ratis y pacos paisanos, alentados por australes reporteros inquisidores acólitos de la bula papal sensacionalista,  inundan la plaza e inician la caza  de brujas contra profetas del travestismo que prometen y tientan con  la  peligrosa palabra del sabor del sexo plástico antinatura.
Vía satélite, y  para todo el país, llega el despacho en la  capital del virreinato, mecenas de las armas guían los pinceles,  ráfagas se enquistan en las telas del postmoderno impresionismo, la explosión de los sentidos florece en bombas de racimo, helicópteros belicosos tienen hélices literatas. Ex Miguelitos, renovados y petrificados, lenguajean  eclécticas frases para alejarse del populacho, el cerebral raciocinio  comunicacional de nodos de coordinaciones es el modus vivendi que parasita balbuceante en el  encéfalo de doctos intelectuales.
 En  los cines, porteros admonitores vástagos del Porvenir de Chile cubiertos de  formalina, regalan  entradas santificadas por la  ortodoxia católica,  humedeciendo en  agua bendita las butacas cinematográficas para el atraque antipecaminoso de los  amantes en las sinopsis de  filmes del Antiguo Régimen.
La restricción vehicular en la urbe no afecta al tráfico de influencia, el favor político se enquista en una Moneda que rueda por los pasillos del poder, escapando de micrófonos ocultos y del zoom de cámaras computacionales, que no detectan a Niños de la Calle acogidos en  Bases para llorar su  Angustia.
Al crepúsculo de la aurora disidente y proscrita bajo un cielo de Windows’98 volvemos siguiendo a una caravana de iconoclastas que retan a la censura persecutoria y cobarde, con pancartas  que llaman a  “Desratizar el País”, “Geppetto, Pino8 miente”. Con ellos en callejones y  rincones olvidados, desenterramos latidos urbanos sordos para el ultrasonido, que trasnochados soldamos con electrodos memoriales en  nuestros recuerdos, en tanto a mil días de fin de siglo, every day,  el gobierno aguarda el nacimiento de chilito  vestido de poliester... very happy,  sueña que tenga ojos rasgados de la cirugía plástica del doctor Hong-Kong. Así, se moldea sobre las brasas del siglo XX,  la especie del prosperus  homini chilensis XXI, el habemus de una nueva estirpe felina, retornada, híbrida, impotente, frígida, el fetiche del tercer milenio que for sale se anuncia urbi et orbi por el ciberespacio de la Internet.


(1998)

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