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Romanticismo electoral

Aclaro que no lo digo yo, que soy un bruto, pero muchos consideran que  en la  vida del ser humano no puede estar ausente una cuota de romanticismo, aunque sea del barato.

Alejandro Guillier debe ser, entonces, el prototipo del romántico empedernido, un caballero de aquellos que abren la puerta del auto para que suba la pareja o le envían flores sin que medien celebraciones, solo por el placer de halagarla. Porque Alejandro debe escuchar las canciones de Roberto Carlos  y más que “Cóncavo y convexo” su preferida debe ser: “Ese tipo soy yo”.

Por eso, y sólo por eso, quizás lo de llorar falsa pobreza en tiempos electorales recurso tan propio de  la otrora Concertación y hoy Nueva Mayoría, no es lo suyo, ya que en lugar de lamentar que la banca no le preste dinero para financiar su campaña, que es como añorar esa “Belle Époque” en que las empresas privadas aportaban a las campañas electorales dineros a diestra y siniestra (nunca fue más explícito el dicho), debiera mejor estar dichoso, porque ocurre con Guillier que encontró el argumento irrefutable con el cual justificar su previsible derrota en noviembre, aquello de: "Billetera mata galán".

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