Cogió el sobre con la mano derecha y lo colocó en el
bolsillo derecho de su pantalón. Salió apresuradamente de la oficina sin
despedirse de Sofía. Tomó el metro y se bajó en la estación Universidad de
Santiago. Subió corriendo las escaleras empujando a varias personas. Una
llovizna lo recibió a la salida del metro. Se arremangó las solapas del abrigo,
trotó hasta llegar el terminal de buses interurbanos, Compró un pasaje para Algarrobo
y subió al bus que iba casi vacío, se acomodó en el asiento que prefería, el
del pasillo a la mitad del bus. Era precavido, conocía las estadísticas que en
los accidentes del transito las víctimas eran siempre los pasajeros de los
asientos de las ventanillas y sobre todos los primeros y últimos asientos.
Tuvo intenciones de mirar la Alameda a la seis de la
tarde, se limitó a echar un vistazo levantando el cuello desde su asiento, la
llovizna había cesado y las luminarias comenzaban a encenderse, miró su Seiko, las
seis y cuarto. Con su mano derecha sacó el sobre blanco, lo tomó en sus manos,
lo giró, cruzó las piernas y golpeó con el sobre su pierna derecha. Lo dobló,
desdobló, no lo abrió. Se levantó y lo guardó en el bolsillo trasero izquierdo
de su pantalón. Inclinó el asiento e intentó dormir. Sentía el bulto pequeño en
su glúteo izquierdo. Se inclinó hacía el lado derecho apoyando su cuerpo sobre
su glúteo derecho.
La detención del bus lo despertó. Se bajó adormilado. Quería
orinar. Fue al baño, puso cincuenta pesos en una mesa, de donde sacó un trozo
de papel Noble. Ocupó la taza y orinó. Se lavó sin jabón las manos y se mojó el
rostro, volvió a colocar las manos bajo el chorro de agua de la cañería y las
mantuvo así unos segundos. Con las manos húmedas se apretó el cabello y lo tiró
para atrás. Se miró al espejo y sonrió.
Bordeó la costanera hasta llegar a la playa, caminó por
la arena varios metros pateando piedrecillas que encontraba a su paso. Le
molestó la arena que le había entrado a los mocasines, pero no se descalzó.
Anochecía, comenzaban a perderse las luces de las casas, estaba lejos del
pueblo. Introdujo su mano izquierda en el bolsillo trasero de su pantalón.
Luego en el derecho. En los delanteros de su abrigo. En el bolsillo interno de
su abrigo. Después en los bolsillos delanteros de su pantalón. Volvió a buscar
con la mano izquierda en el bolsillo trasero de su pantalón. Y en el derecho. Con
su mano izquierda recorrió una y otra vez los pliegues interiores de su
bolsillo trasero izquierdo. No lo encontró.
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