Ir al contenido principal

Escuchas empresariales

Como  a veces la imaginación suele desbordarme, o más bien la mente de alcantarilla que tengo, esperaba que las cosas hubieran sido de otro modo micrófonos hasta en el baño de los empleados, pero como esas prácticas  antisindicales no tiene cabida en Chile, bien sabemos cuánto confían  los empresarios chilenos en sus trabajadores,  me sorprendió, como a tantos, que se hallaran micrófonos multipropósito ocultos en la oficina del presidente de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) que reúne al gremio de los empresarios industriales del país.

Aunque lo reniegue debe quedarme algo de esa izquierda, que bien dijo Piñera suele caricaturizar las cosas, porque el espionaje interno de la Sofofa con características delictuales, lo encontré propio de una película de Netflix o digno de una trama para novela del género negro.

Queda la duda si acaso los espías del micrófono se dejaron llevar por el dicho aquel de que “Detrás de cada fortuna hay un delito”, porque no creo que en la Sofofa haya  algo que quieran ocultar, que escudriñaron en las oficinas de la asociación gremial con el fin seguro de chantajear o, tal vez, sólo los movía el impulso natural de encontrar información privilegiada para hacer buenos negocios.

Pero los miembros de la Sofofa, a diferencia de otros, dieron muestra una vez más de ser tipos ponderados, porque descubierto el hecho privilegiaron mantenerlo en secreto, incluso como la mayoría de los delitos en Chile quedan archivados y suficiente tiene la fiscalía como para ponerle otra causa, por eso de la vocación social empresarial el gremio optó en un primer momento por realizar su propia investigación de contraespionaje para dar con los culpables.

Aunque cuando se supo evitaron un escándalo y algunos socios optaron por calificar el hecho como delirante o una soberana estupidez, una vez que el dirigente de la Confederación de la Producción y el Comercio Alfredo Moreno expresó “Toda persona o institución tiene derecho a su privacidad y que personas entren a empresas o gremios y pongan micrófonos e intercepten las comunicaciones no es lo que en Chile queremos”, es posible que la Sofofa contrate en los diarios de mayor tiraje nacional una nueva inserción denunciando que tal como acontece con la violencia en La Araucanía, lo de los micrófonos es una prueba más de que ya no impera el Estado de Derecho en el país.

Y no dejarían de tener razón  toda vez que los micrófonos en las oficinas de los empresarios genera desconfianzas, más todavía si graban no solo voz sino que también imágenes, no se podrán comunicar ni siquiera con señas, deberán volverse seres solitarios, enjaulados, encapsulados, unos ermitaños y hacer negocios con lobos esteparios sería imposible, a no ser que sea con “El lobo de Wall Street”.

Es que si algo ha caracterizado al empresariado financiero, comercial e industrial criollo es el hecho de que sus acciones siempre han  sido transparentes, y eso de andar escuchando tras la puerta, o poner la oreja en las paredes, es conducta típica de rotos que resulta innecesaria toda vez que cuando habla el empresario lo ha hecho fuerte, firme, claro, nunca gritando, tampoco vociferando y a ninguno se le pasa por la mente utilizar un tono autoritario.

Comentarios