Así como los escritores llaman a las musas, yo, que no soy escritor, tengo a la madre de nuestras hijas, no sé si será musa o no, el caso es que es perversa.
Acabo contarle que leí por
ahí que el mono se convirtió en hombre cuando Dios le contó un chiste y el
simio se rio, surgiendo al mismo tiempo la risa y nuestra humanidad, pero, en
lugar de encontrarlo gracioso, me rebatió “primero el mono debía haber creído
en Dios”, dijo y me dejó marcando ocupando.
Es que ella, debo reconocer,
no solo es más inteligente que yo, lo que no sería de extrañar si en los test
de sesera, con mucho esfuerzo, transpiración y, a duras penas, alcanzo el
umbral inferior de normal bajo; sino lo que más le admiro, aunque más
bien envidio, es que sea más ocurrente.
A veces pienso que disfruta burlarse de mis limitaciones intelectuales cuando consciente de sus virtudes
suele, socarronamente, burlarse de mí “debes agradecerme, porque a ti no se te
ocurre nada, todo te lo he contado yo”.
Cuando se da cuenta que, tal vez, se ha extralimitado y herido mi pretensión huidobriana de darme ínfulas de creativo “eso sí reconozco que cuando tú las repites, las adornas con tus palabras, pero no te lamentes, peor es nada”, me dice.
La mujer no sólo es sabia, sino, además, dominante
ResponderEliminarSomos dos
ResponderEliminarJajajjajajjajaj viste que bien te quedo el escrito y como lo adornarle, jijijijijiji
ResponderEliminar