En su última columna “Bellos instantes en Uruguay”, Cristian Warnken entrega una ensoñada visión de su descanso estival en la placidez de las playas de Maldonado, ello le sirve para alabar la educación y civilidad del pueblo uruguayo y propone que “Uruguay es un laboratorio de amistad cívica que valdría la pena seguir”.
Nadie duda que Uruguay y su
gente, como todos los países, tiene sus virtudes, Pepe Mujica, por ejemplo, afirmaba
que la socialdemocracia nació en Uruguay; pero como una cosa es el punto de
vista que se hace de un país el turista y otra cosa es la realidad, don
Cristian Warnken, quizás embrujado por el canto nocturno de los grillos y las
ranas de Maldonado, olvidó algo fundamental, según el Balance de InSigtht Crime
de los homicidios en 2024, Uruguay tiene una tasa de homicidios de 10,2, más
alta, casi el doble, del 5,5 que tiene Chile, y eso que nuestro país, interpretando
a Warnken, lo gobernarían gritones y matones, aunque con estos datos, a
diferencia de lo que él cree, estaría un poco menos lejos que Uruguay, de ser reservas
de humanidad.
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