Por lo general el ciudadano común y corriente al imaginar protagonizar una situación delictual, se pone en el lugar de víctima, no de imputado. Solemos empatizar con el sufrimiento, no con la agresión, salvo con los linchamientos ciudadanos, en ese caso aplaudimos y estamos dispuestos, sin juicio mediante, salvo el popular y de oficio, a propinar un merecido tormento a quien a nuestros ojos fue un cruel agresor, incluso a riesgo de equivocarnos y que nuestro imputado no sea un criminal.
Tal equivocación, si bien no está
permitida, puede en algún caso ser justificada, porque ante un delito flagrante
una comunidad sedienta de justicia suele actuar ciega y enardecida
Pero, puede darse el caso, y de hecho
se da, que la equivocación se produzca en un juicio formal, en este caso una
persona inocente puede ir presa, pero, también, lo contrario, un culpable puede
quedar libre.
Los magistrados no son, en
ningún caso seres que vivan en una burbuja alejados de toda contaminación
porque, al momento de juzgar, con su objetiva imparcialidad sopesan las pruebas
de acuerdo a su filtro cultural.
Si acaso un juez, en un presunto delito sexual para argumentar su resolución de enviar a prisión preventiva al presunto autor, con el fin de contextualizarla, estima que debe considerar lo que se denomina violencia de género y, como juez, debe ser empático con la víctima, pudiera leerse que ese juez está siendo parcial, puesto que sí es empático con la víctima, le es indiferente el imputado, casi como si le cayera antipático, lo cual puede provocar desencanto en quienes tienen la imagen idealizada del juez objetivo e imparcial, peor aún si acaso la denuncia resulta luego ser falsa y la persona queda libre.
Tal vez, para no decepcionarse, lo
adecuado es disminuir las expectativas, esperar de los
jueces, más que ponerse en el lugar de la víctima o del imputado, que al
entrar a la sala del tribunal dejen la empatía, ecpatía, simpatía o antipatía
guardada en el ropero de sus hogares, aunque si bien en nuestra calidad de
humanos sea imposible, al menos aparentar que la dejaron o, por último, evitar
expresarlas.
Comentarios
Publicar un comentario