La Moneda tenía puestas las esperanzas que en
una centenaria performance antipoética,
contra todos los pronósticos Nicanor Parra no los dejaría con los crespos
hechos y el gabinete en pleno le ayudaría a apagar las velas; algunos dejaron
de fumar por una semana, mientras otros prefirieron subir escaleras cuando iban
al Congreso, todo con el fin de oxigenar el cuerpo y mejorar la capacidad aeróbica.
Hubo quienes se sobaban las manos porque le
propinarían el consabido tortazo; la Banda de Guerra del Ejercito ensayaba el Happy Birthday To You, que con guaripola
y todo tributarían al vate -aunque a lo mejor el preferiría que lo llamaran bate, como el beisbol para pegarle el
palo al gato y por cierto a otros tantos- y para que todo salga de pelos, vía espiritismo sería vocalizado
desde ultratumba por esa sueca que le denostó y que le impide ganar el
Nobel. Dicen que hasta el conejo blanco de Alicia, la liebre, el sombrerero loco
y la misma niña, corrían ayer por la Alameda festejando el no cumpleaños.
Pero nada de eso ocurrió porque Parra no se
presentó, y no porque padeciera un
ataque del síndrome de Peter Pan, que no deja crecer y detesta festejar cumpleaños, sino porque
siendo las 11:30 de la mañana del viernes 5 de Septiembre de 2014 en el
Juzgado de Garantía de Punta Arenas el ciudadano Nicanor Parra, almidonado y compuesto, se presentaba ante el tribunal, es que don Nica, si algo
tiene, es talante y vocación republicana.

Por tales ilícitos, el fiscal pidió como medidas
cautelares que se le aplicasen a Parra las de prohibición de acercarse a la
escritura y quedar recluido en una casa
de lata sin posibilidad de ver el mar. Tales gravosas medidas el fiscal las
justificó con que, en caso de ser condenado, Parra se exponía a las penas del
infierno, al respecto, agregó, que Don Sata hace ratito que lo está esperando y
ya como que se está aburriendo. El ciudadano Parra, quien no se inmutó ante los
hechos guardó un sepulcral silencio.
La defensa de Parra, acorde a su jovialidad, recayó en un defensor penal juvenil, que estaba presto a contra argumentar, incluso se había preparado toda la noche leyendo “Obra Gruesa” y “Los Artefactos”, pero fue interrumpido por el magistrado, quien hizo un receso en la audiencia porque daban las doce del día y era tiempo de leer el “Hombre Imaginario” en voz alta en todo el país.
La defensa de Parra, acorde a su jovialidad, recayó en un defensor penal juvenil, que estaba presto a contra argumentar, incluso se había preparado toda la noche leyendo “Obra Gruesa” y “Los Artefactos”, pero fue interrumpido por el magistrado, quien hizo un receso en la audiencia porque daban las doce del día y era tiempo de leer el “Hombre Imaginario” en voz alta en todo el país.
Fue la oportunidad para que don Nica dijera, “¡Ah
no!, yo me mando a cambiar”, dicho y hecho agarró sus pilchas y se nos fue
nomás.
(Septiembre 2014)
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